lunes, 25 de mayo de 2009

Vida familiar y profesional


Pilar Rodríguez

Hace ya varios años, un grupo de comunicadoras, en el que se encontraban la periodista de los informativos de Antena 3TV, María Rey, Marta Gómez Montero, de la SER, o la directora de La Voz de Cádiz, Lalia González-Santiago, pidió la “complicidad” de las empresas así como una serie de ayudas relacionadas con el acceso a guarderías de sus hijos, teletrabajo y posibilidad de adaptar sus horarios para poder conciliar la vida personal con la profesional. Tales medidas no sólo fueron reclamadas en el ámbito de las comunicaciones, sino que también se exigió su adaptación a todos los espacios laborales en los que la mujer esté implicada. No obstante, muchas profesionales del periodismo consideraron que en su profesión “quien no pedalea se cae de la bicicleta”, aludiendo a las enormes dificultades con las que se encuentran a la hora de lograr tal conciliación.

Parece ser que cierto nivel económico y una estabilidad laboral son los factores determinantes para que compaginar la vida familiar con la profesional no suponga ningún calvario para las mujeres. Pero también es cierto que, no todas las profesionales gozan del salario de estrellas mediáticas de la talla de María Teresa Campos o Ana Rosa Quintana, quienes se embolsan más de cuatro millones de euros al año. Así pues, la conciliación sigue suponiendo para las mujeres renunciar a cualquier cuestión personal. El desorden de la actualidad unido a la imprevisibilidad de la información hacen más difíciles la consecución de estos objetivos; mientras las empresas siguen sin entender la alta rentabilidad que les supondría el cambio cultural y social que llegaría tras la modificación de horarios necesaria para la conciliación de ambas responsabilidades.

A pesar de los años y a pesar de las medidas a favor llegadas desde gobiernos y sindicatos, la conciliación laboral para la mujer sigue siendo un hueso duro de roer que en el mundo de la información alcanza grados utópicos.

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